miércoles, 13 de febrero de 2008

Reflexiones sobre Epistemología

EPISTEMOLOGÍA

Algunas implicaciones de carácter epistemológicas y metodológicas de los paradigmas empírico-analíticos y fenomenológicos en el contexto investigativo paraguayo

Prof. Eugenio González Aquino


A manera de prólogo....

Mediante el presente estudio intentamos presentar un análisis crítico de ciertas consideraciones en torno a la forma como ha venido desarrollando el proceso investigativo en algunos de los centros universitarios de grado y postgrado con los cuales he tomado contacto, bien sea como investigador, docente o tutor en los procesos de investigación. El trabajo recoge algunas experiencias empíricas en torno a la situación en estudio además de revisar algunos materiales que de que le dan un marco conceptual al mismo. Es evidente que al leer los materiales necesitamos reflexionar en torno a la forma como se ha adoptado la investigación, su carácter intensamente pragmático, inserto en la mayoría de los casos en el empirismo, realizando una serie de consideraciones sujetas al fatualismo atomicismo (Tellez, 1996) es decir el uso de dimensiones controlables y medibles que imposibilitan llegar a soluciones conceptuales acordes con los problemas teóricos y metodológicos planteados, el uso y abuso de los esquemas descriptivos en la investigación, desdeñando de alguna forma el proceso de generación o reelaboración de teorías como un aspecto fundamental en la generación del conocimiento
Tal y como se ha planteado en un reiteradas ocasiones la educación universitaria de grado o de postgrado emerge en el marco de procesos globales acelerados necesarios en la producción de conocimiento derivado de una complejidad cada vez mayor en las trans-formaciones tecnológicas, industriales y sociales que impactan de una forma cada vez mayor en las políticas educativas. En nuestro país ha tenido, por estas razones, que vincularse a estos cambios como parte de un proceso de adaptación a los grandes esfuerzos que en esta materia han tenido lugar en el contexto internacional. En Paraguay a partir de la década de los 90 cuando el movimiento educativo entra en una expansión intempestiva de la Educación Superior Universitaria y por ende de la educación de postgrado, teniendo que entrar en sintonía con entes de carácter nacional e internacionales a los fines de actualizar una serie de prácticas destinadas modernizar un servicio educativo en esta materia eminentemente tradicionalista y escolástico enmarcada en consideraciones empirista.

El proceso de investigación aparece ligado al marco de la hegemonía de tradiciones e ideologías de carácter liberal para las cuales la educación es un instrumento de democratización social, donde esta última depende de las posiciones sociales que permite el acceso a las carreras profesionales Al respecto nos dice Casanova (1986) "Es por ello que una perspectiva analítica puede ser la especificación de estas tendencias en términos de las influencias que ciertos actores ejercen sobre la dinámica de las demandas y la selección de objetivos y opciones programáticas (Pag. 54)". Es por esta razón, acota el autor abordado, que la tendencia empírico-analítica cobra una influencia cada vez mayor en el contexto investigativo, aportado de los estudios de postgrado a los fines de formular líneas y temas en lo referido a la significación sociológica de ciertos elementos ya inmersos en la política de estado en relación con: la situación de los procesos educacionales en cuanto a prácticas docentes, innovaciones, la posibilidad de generar modos creativos científicos-tecnológicos y culturales socialmente relevantes, si se toma en cuenta la capacidad real para incentivar procesos de producción de investigación.

El movimiento de los estudios de postgrado en ciencias sociales en el contexto educacional, ha evolucionado en el marco de un conjunto de premisas tales como la democratización del saber y la selección de talentos; la educación de postgrado dentro de las universidades en centros de investigación y de docencia. La descentralización política y financiera de gestión. La enseñanza separada de la gestión de pre-grado; investigación con pertinencia local, la investigación universalista, el cientificismo desarrollista, entre otros (Ruiz et.al., 1990) Esta situación afianza de una manera más fehaciente la presencia de una perspectiva de carácter empírico analista cuyo análisis se ha de profundizar mas adelante.

Consideraciones teórico-conceptuales de las Ciencias Empírico-analíticas

Habermas (1971), en su análisis acerca de los intereses constitutivos considera que el conocimiento se origina en los intereses humanos y en los medios de organización social. Describe asimismo, los intereses humanos en términos del control técnico y la emancipación relacionada con los medios sociales de trabajo. La asociación respectiva de los intereses humanos y los medios sociales origina un tipo específico de conocimiento y un medio específico de conocer, o metodología científica (como “camino para el conocer”).

Es oportuno encarar estas consideraciones desde una posición en que el conocimiento tiene raíces históricas y sociales, y está sujeto a los intereses. Para explicar la relación entre el conocimiento y actividad humana, desarrolló la teoría de los intereses constitutivos de conocimiento. Debido a que el conocimiento tiene su génesis en las estructuras sociales pasadas y existentes, sólo puede comprenderse en relación con los problemas que la humanidad ha encontrado y sigue encontrando en la supervivencia.

En este orden de ideas plantea, Habermas, que los intereses constitutivos del conocimiento pueden definirse exclusivamente en función de los problemas de la preservación de la vida, constituidos objetivamente y que han sido resueltos por la forma de existencia cultural como tal. También contempla los intereses constitutivos de conocimiento como los medios a través de los cuales organizamos la experiencia diaria, en efecto, “nuestros” intereses organizan “nuestra” percepción y conocimiento de la realidad en forma estructurada. Nuestros intereses cognoscitivos discretos sobre el control de la naturaleza, la armonía social y el crecimiento del individuo responden a un problema diferente en la experiencia humana.

En la conceptualización de Habermas se establece que los distintos intereses humanos exigen formas de conocimiento diferentes que requieren de metodologías científicas distintas (caminos diferentes en los procesos del saber) basados en formas de racionalidad diferente pero internamente coherentes. Para Habermas la racionalidad tiene menos que ver con la posesión de conocimiento, que con la forma en que los sujetos que hablan y actúan adquieren y utilizan el conocimiento. Cada camino de investigación científica (método científico) es un proceso racional y válido para conocer dentro de su dominio el conocimiento. La idea esencial es la inconveniencia de someter todas las formas de saber humano a una sola forma de metodología o racionalidad. En particular Habermas critica la aplicación de la orientación tecnológica de las ciencias naturales (positivismo); o la aplicación de la orientación subjetiva hermenéutica (fenomenología) como criterios exclusivos para determinar la validez de todas las formas de conocimiento. Situación esta que ha ocupado gran parte del panorama investigativo de nuestras universidades.

Por su parte Carr y Kemmis (1986), consideran la interpretación que hace Habermas de los intereses, el conocimiento y la ciencia, como un intento de identificar la importancia y los límites de las explicaciones empíricas y causal hermenéutico-interpretativa sobre la base de la descripción que hace Habermas de la ciencia social crítica dirigida a trascender los límites del saber inherentes a las ciencias naturales e interpretativas. Estos autores proyectan una ciencia de la educación crítica.

Es así como Habermas a su vez, plantea una alternativa interesante en el contexto de los intereses constitutivos como lo son los intereses técnicos de la gente, que se reflejan en la necesidad de controlar y de manipular el ambiente externo para satisfacer sus necesidades de abrigo, alimento, etc. Estos intereses, expresados a través del medio de trabajo se concentran en la producción material necesaria para nuestra existencia. La racionalidad que integra los intereses técnicos, el trabajo y la ciencia empírico-analítica es una racionalidad instrumental referida a la manipulación y el control del ambiente; la predicción de eventos físicos y sociales observables; la realidad basada en el conocimiento empírico, y gobernada por reglas técnicas; y los criterios de control efectivo de la realidad

Desde esta perspectiva, las acciones racionales son intervenciones orientadas en función de los objetivos y controladas por retroalimentación en un mundo supuestamente objetivo. Habermas hace la crítica de que la racionalidad instrumental inherente a este tipo de interés constitutivo de conocimiento, ha llegado a ser una ideología extendida. Es ideología cuando se aplica la realidad instrumental sin comprobación válida como criterio para todas las formas y dominios del conocimiento. El resultado final es la reducción de los asuntos morales y estéticos, educativos y políticos a problemas técnicos: el por qué y el qué se reducen al cómo.

Las ciencias empírico-analíticas o naturales, son las metodologías científicas que producen, en una forma técnica, el conocimiento útil. El énfasis en la predicción y el control de los procesos objetivos se relacionan directamente con los intereses técnicos. La base filosófica de esta forma de conocimiento es el positivismo. En esta corriente se afirma que sólo puede establecerse el conocimiento válido en referencia a la realidad externa, experimentada por los sentidos. Este enfoque se basa en la presunción ontológica del mundo objetivo, como la suma total de lo que es, el caso, y clarifica las condiciones de la conducta racional en esta base. Las ciencias empírico-analíticas se basan en ideales de explicación, predicción y control. En este enfoque la acción individual no es resultado de una conciencia reflexiva subjetiva., en vez de ello, la acción individual siempre se observa como algo gobernado por las leyes funcionales invariables que operan fuera del control personal de los actores individuales (Carr, y Kemmis 1986).

El paradigma empírico-analítico en las investigaciones universitario

El propósito del saber empírico analítico es descubrir regularidades similares a leyes para aplicarlas a la praxis educativa y mejorar la eficiencia. Describe el centro de esta perspectiva de la siguiente manera: Sobre la parte no subjetiva (observable) el objeto de la metodología de la conducta humana, el objetivo de la metodología de la ciencia de la conducta es descubrir las causas y efectos empíricos que gobiernan y explican la conducta, y la organizan en enunciados de hechos similares a leyes sujetos a verificación por observaciones objetivas. Estos son hechos que han servido de marco a la generación de un conocimiento muchas veces no sustentado desde una perspectiva crítica y teórica, coincidiendo en este planteamiento con el de Tellez (1996) para quien el reconocimiento del papel de la teoría en la investigación se ha generalizado de un modo tal que continua vigente la ausencia de toda preocupación por los supuestos epistemológicos fundantes de la teoría y de las modalidades de efectuación de las prácticas investigativas; ausencia que suele adoptar la forma de rechazo a lo que se consideraron “discusiones estériles” y/o la del entendimiento del papel de la teoría en la investigación como mera aplicación de teorías dadas. En cualquier caso, las consecuencias son las mismas: la aceptación acrítica de teorías y, como correlato, la imposibilidad de que la investigación se oriente a la modificación de los conocimientos existentes y, menos, a la emergencia de nuevas construcciones teóricas, lo cual comporta, simultáneamente, la idea y práctica de asumir las teorías como no analizables, como sistemas no susceptibles de ser interrogados y cuestionados con relación a sus criterios y pretensiones de verdad.

Otras de las razones que se debe analizar atañe al reconocimiento del carácter insoslayable de la reflexión epistemológica en el proceso mismo de las prácticas investigativas pues, si toda práctica investigativa comporta la adopción de determinados enfoques teóricos, tal adopción presupone -reconózcase o no- los criterios epistemológicos que fundan y definen la naturaleza y alcance de dichos enfoques en tantos modos de entendimiento teórico de lo social. El desconocimiento del estatuto epistemológico que rige todo discurso teórico no deja de tener efectos en el proceso y resultados de la investigación, efectos traducidos en las inconsistencias teórico - metodológicas que recorren desde el planteamiento del campo problemático objeto de investigación hasta la sistematización expositiva de los resultados.

El relativo control de estos efectos reclama del investigador una definición respecto de problemas claves que son de índole epistemológica, entre ellos:

(a) La concepción de lo real social y sus implicaciones en la investigación de particulares procesos sociales. Concepción que comporta la relativa a las relaciones de interdependencia entre los distintos niveles de estructuración de tales procesos, y, así, la exigencia de categorías de análisis que posibiliten la construcción teórica como puesta en evidencia de la red de determinaciones de los fenómenos construidos como objetos de conocimiento;

(b) Los vínculos entre teoría e investigación de lo social, las orientaciones ideológicas y la direccionalidad de las prácticas sociales en las que busca intervenir;

(c) La concepción del proceso de conocimiento de lo social, en la que se sitúan cuestiones tales como: los modos de proceder a la delimitación o "recorte" de los problemas - objetos de investigación y su dependencia respecto de los modos de concebir la constitución de los procesos específicos en el seno de la totalidad social de los que forman parte; las formas de concebir y efectuar procedimientos de análisis y síntesis; la relación teoría - métodos y, en su contexto, el alcance de las teorías que suelen ser aceptadas o rechazadas en la efectuación de las prácticas investigativas.

Desde la perspectiva instrumental, la educación se convierte en un manejo de fines y medios estandarizados; el aprendizaje se convierte en el consumo de paquetes preparados de porciones de información y partes de habilidades. El éxito se manifiesta cuando los docentes y los estudiantes se desempeñan como se les ha dirigido. Con el éxito del estudiante como objetivo el enfoque instrumental se concentra en herramientas, recursos, ambientes, técnicas. Los docentes y los estudiantes como medios para aquél fin determinado. Los sistemas educativos se contemplan como un sistema de entrada y salida., donde ingresan recursos y materia prima por un extremo, y por el otro sale un producto terminado, un estudiante “educado” exitoso. Dentro de este sistema de entrada, los problemas educacionales se consideran bloqueos causados por conductas inadecuadas del docente, las insuficiencias del estudiante, o bien, el déficit de recursos.

En cuanto a la crítica del uso de la racionalidad instrumental, Habermas (1971-1984) se basa en dos líneas de argumentación. La primera es crítica del uso de la racionalidad instrumental, a pesar de sus limitaciones, como criterio para todas las formas de conocimiento. La racionalidad instrumental rechaza categóricamente que los valores pueden determinarse racionalmente, aunque ella misma se basa en la presuposición de valores de efectividad y eficiencia. El segundo argumento se concentra en la universalidad real de las relaciones similares a leyes reportadas. Habermas hace la distinción entre relaciones de causa-efecto invariables que siempre serán verdaderas en todas las situaciones, y las relaciones causa efecto que existen debido a los factores y condiciones sociales que pueden cambiar

Es así como en este paradigma la acción social consiste en: la realización de enunciados que se justifican desde el punto de vista objetivo, la actuación eficiente y el aprendizaje de los errores pasados. El razonamiento instrumental, que niega que los valores puedan analizarse racionalmente dentro de su marco racional., no puede identificar qué valores?, deben o no, perseguirse. Fisher (1980), argumenta que el mejor curso de acción no es el curso más eficiente y efectivo para alcanzar los fines deseados. El mejor curso de acción es el que está respaldado por las mejores razones. Esto es particularmente cierto en la educación. Las decisiones en educación son simplemente instrumentales; se realizan en medio de antecedentes de intereses políticos, profesionales y públicos, donde podría no permitirse el curso de la acción más eficiente

Otro aspecto que es necesario considerar en el contexto del uso de la perspectiva empírico-analítica en las investigaciones acometidas por nuestras universidades lo constituye el hecho que Tellez (1996) considera como el fatualismo y atomicismo de acuerdo con las reglas del cientificismo, que en esta corriente se estructuran de una particular manera: la de delimitar/configurar los campos de investigación como entidades observables, susceptibles de ser traducidas en dimensiones controlables y medibles. De esta manera, el ajuste de prácticas investigativas a tales reglas impide que aquellas rebasen la capacidad de controlar y medir de acuerdo a los procedimientos e instrumentos metodológicos que están al alcance del investigador. Los criterios de cientificidad y su expresión en la exigencia de manipulabilidad de los "objetos" dan lugar a la necesidad de adecuarlos a los requerimientos del método, más estrictamente, a los requerimientos técnico-metodológicos con los que aquel suele identificarse.

Sobre la base de lo planteado cabe subrayar que, en y desde la epistemología empírico - analítica, lo que se enuncia como objeto de investigación, supuestamente "extraído de la realidad", es ya, de por si, un método delimitado, "recortado", configurado a la medida de los requerimientos de cientificidad aceptados sin discusión. Los objetos enunciados incorporan su entendimiento tal y como tienen que ser: objetos con arreglo a dichos requerimientos y a los procedimientos técnico - metodológicos correspondientes. Los objetos de investigación son susceptibles de ser tratados científicamente sí y sólo sí admiten su adecuación a los cánones empírico-naturalistas de cientificidad: la observación controlada, el cotejo controlado de hipótesis a los efectos de su verificación empírica; cánones que aparecen y se asumen como supuestos sin discusión, pero que fundan la configuración de los objetos en tanto objetos que permiten un "tratamiento científico"; es decir, que sean controlables, medibles. Es así como delimitados y/o configurados, los objetos de investigación disuelven todo vínculo con su construcción teórica y metódica, pues tal delimitación y configuración suelen darse como operaciones que nada tienen que ver con dicha construcción, lo cual tiene dos consecuencias fundamentales:
(a) convertir estas operaciones en aplicación experimental de hipótesis o teorías aceptadas como científicas, sin discusión;
(b) soslayar todo campo problemático de investigación que no responda a la condición de ser "científicamente tratable", en los términos que ya hemos referido.

Es con relación al modo metodologista de delimitar/configurar los problemas de investigación donde cabe situar el carácter factualista/objetivista y atomista de las tendencias teóricas e investigativas en las que se despliega el paradigma empírico - analítico que las funda. El carácter factualista/ objetivista se estructura como efectuación del supuesto según el cual "la" ciencia se ocupa de particulares dados en tanto que observables; dados, bien en el momento de las observaciones fácticas o experimentales, bien en el momento del control/verificación de hipótesis y teorías.

En este supuesto arraiga el entendimiento del discurso científico-social como discurso que, referido a lo que es en cuanto observables, ha sido empíricamente contrastado y comprobado, o es empíricamente contrastable y comprobable. Y, con ello, la consideración de dicho discurso como opuesto al discurso valorativo; oposición en la que se sitúa la exigencia de excluir todo valor y todo juicio de valor.

Al factualismo/objetivismo responde, también, el predominio de procedimientos analíticos, consustancial al propósito que le es asignado a la investigación social: el logro de conocimientos relativos a conexiones causales de orden funcional. Tal privilegio comporta la anulación de la síntesis como reconstrucción teórica de la complejidad constitutiva de los fenómenos sociales y, con ello, la restricción de la actividad investigativa al estudio de "variables" y al establecimiento de relaciones de causalidad funcional entre ellas; variables que se definen sin vínculo alguno con categorías de análisis y que ocupan el lugar de estas en el estudio de lo real social. De tal manera, el análisis deviene atomismo, propio de una concepción para la cual los objetos de investigación no son sólo objetos dados sino, más estrictamente, dados atomísticamente, objetos en sí, total y absolutamente descontextualizados respecto de las redes de relaciones sociales y a la generación de un conocimiento globalizante de la situación problemática planteada

En los límites de tal concepción, se observa que, está presente en enfoques teóricos y en prácticas investigativas, los hechos observables como "hechos en si" constituyen la realidad básica y última de lo existente y de su conocimiento; de allí que sean estos límites los que, de manera simultánea, determinen el no lugar para las categorías de análisis indisociables de la construcción teórica dirigida a poner en evidencia la red de determinaciones sociales que estructuran ámbitos particulares de la realidad social.

El papel dominante de la teoría en el proceso de investigación

Para Castell (1981), la perspectiva empirista tradicional dentro de la cual la teoría resulta de una interpretación a partir del análisis de datos coleccionados sin un bagaje intelectual, está fundada en la afirmación de la neutralidad de los datos, sobre su existencia objetiva y no pidiendo más que un proceso de puesta en relación a fin de organizar la materia prima de esta realidad social directamente captada. Es normal que siendo la "teoría" el resultado de una secuencia técnica que va de los datos al análisis lógico o estadístico, pueda estar fuera del proceso mismo y que la diversidad del cuadro teórico no implique variaciones sustanciales de los procedimientos de investigación. Ahora bien, es esta neutralidad teórica de los datos la que es enteramente puesta en juicio a medida que se profundiza en la investigación metodológica.

Un primer nivel de critica, que es posible asumir, podría ser que la recopilación de datos descansa siempre sobre la previa clasificación de estos datos, ya sea conforme a las categorías ad hoc según los propósitos de la investigación, o bien a los términos de la práctica administrativa, o más generalmente del lenguaje corriente. Sin una reelaboración teórica se hace imposible controlar los efectos de los datos codificados a partir de los resultados de la investigación. Surge, entonces, el planteamiento del empirismo lógico que no hay en la ciencia demostración de la verdad de una proposición, sino de su no falsedad, de la no contradicción entre proposición teórica y experiencia actual realizada.

Si esto es así, está claro que la inferencia causal en sociología no puede partir de hechos sino ir hacia ellos, poniendo a prueba una cierta hipótesis y en consecuencia un contenido teórico determinado, siguiendo la lógica de los test estadísticos. El argumento decisivo es, sin embargo el que toca la lógica misma del análisis causal. Toda relación a establecer en un sistema de variables se apoya sobre la hipótesis, es decir, la distribución al azar de los efectos de las variables no estudiadas en las variables tomadas en consideración y sus relaciones. Esta autonomía de un sistema de relaciones empíricamente establecido es arbitraria, a menos que esta delimitación esté teóricamente justificada, es decir, que la elección de las variables internas al sistema observado y las hipótesis relativas a las variables externas al sistema implican necesariamente una teoría sustantiva que da un sentido a las operaciones efectuadas.

En este orden de ideas Tellez (1996) acota que no es que se pretende afirmar que éstos sean los únicos problemas susceptibles de ser considerados; sin embargo, dentro del campo de los posibles problemas no deben ser eludidos en tantas cuestiones epistemológicas actuantes en las tenencias teóricas e investigativas en torno a lo social. Acotar los términos en que dichos problemas son planteados en y desde las opciones epistemológicas en debate, permite advertir el alcance de las divergencias o convergencias entre dichas tendencias.

Al respecto es necesario considerar:

Al estado actual de la teoría e investigación social, caracterizado por una profunda crisis de fundamentación tiene, entre sus fuentes primordiales, la adopción acrítica y la presencia hegemónica de la epistemología empírico - analítica, una opción que en su despliegue efectivo como epistemología fundantes de teorías y prácticas investigativas no sólo fijó prescripciones relativas al "auténtico conocimiento científico" sino también, en ellas y con ellas, determinadas proscripciones. En efecto, teorías e investigaciones realizadas bajo la íntima convicción de que la ciencia consiste en la adquisición y ampliación de conocimientos auto-fundados, auto-confirmados, se prohíben interrogar sus criterios de fundamentación - los que fundan su estatuto epistemológico -, su inscripción histórico social, sus implicaciones ético - políticas; se prohíben, para decirlo con las palabras de Edgar Morín, "pensar los pensamientos", "teorizar las teorías", "concebir los conceptos"1 . Por ello, sigue siendo necesaria la tarea dirigida a evidenciar los límites que tal posición epistemológica ha impuesto al conocimiento de los social, a esta tarea intenta contribuir nuestra reflexión.

El enfoque fenomenológico como un paradigma en el contexto investigativo

Un aspecto a considerar en esta discusión relativa a la investigación, es el surgimiento de algunas "nuevas" problemáticas es la aparición en nuestro contexto educacional de la fenomenología lo que se observa cuando se analizan distintos autores surge la necesidad de emprender nuevos derroteros epistemológicos, es decir, existen algunos elementos que necesitan ser revisados, a pesar que para algunos autores la fenomenología es un pensamiento de comienzos de siglo, incluso muchos de sus elementos pueden estar dentro de la filosofía de los griegos. La emergencia de la fenomenología es de data reciente, la década de los '60 y esta emergencia de un pensamiento fenomenológico ha sido contextualizada en los siguientes términos:

1º) En primer término, el surgimiento de algunas nuevas problemáticas -la famosa crisis de los nuevos paradigmas-. Ese primer telón de fondo sobre el cual podemos colocar la emergencia de este pensamiento se basa ante las carencias de los paradigmas dominantes, tanto en filosofía como en las ciencias sociales en general. Éstas tenían que ver más con posiciones sistémicas o sistemológicas, en las cuales la problemática aún en el pensamiento más fuerte de corte estructural existe un tratamiento hacia los actores. El problema del auge de la fenomenología se encuadra, como acotamos dentro de esa crisis de los paradigmas, aquellos enfoques de corte sistémico en los que el sujeto no estaba presente es reivindicado por investigaciones de corte fenomenológico en donde el sujeto parece recibir más atención como parte integradora del medio a investigar.

2º) Una segunda posición es que: las corrientes interpretativas aparecen por primera vez como una circunstancia investigable, son enfoques que privilegian al sistema social a las estructuras en donde el ángulo hermenéutico o fenomenológico se sitúa desde la perspectiva del autor. En sus inicios estas corrientes fueron acusadas de idealistas, metafísicas e individualistas no se reconocían la verdadera importancia que tenía estos enfoques como una perspectiva diferente.

3º) Un tercer elemento es que parece estar claro es cómo ciertas orientaciones postmodernas que cancelan la historicidad de la praxis humana, tales como la "muerte del sujeto", la "muerte de la historia" y de las grandes concepciones, de los grandes meta-relatos de Lyotard. Todo esto hace pensar que otra vez el actor aparezca en un primer plano del contexto investigativo.

El contexto investigativo fenomenológico tiene un asidero importante como elemento contextualizante en las demandas del pensamiento social por una crisis general de la acción social que situé de manera correcta los problemas de la vida cotidiana y los nuevos procesos de estructuración social, es decir, un enfoque que vaya más allá de los actores. Una teoría general de la acción en donde los actores aparezcan históricamente constituidos, no como un dato, sino que la necesidad de la vida cotidiana sea repensada fuera de un esquema alienante, como una posibilidad de emancipación a través de esa vida cotidiana.

Es decir, que lo cotidiano por necesidad está condenado a legitimar el orden social; por lo vivido: la experiencia vivida termina siendo no más que vivir en el sistema, dentro de la lógica del propio sistema. Esa concepción de la vida cotidiana tiene que ser vista desde otra perspectiva y ello implica una teoría más amplia de la acción social.

Algunos problemas que surgen de la contextualización de la fenomenología

El primer problema es la acción social y los actores sociales. Debe entenderse la sociedad, la actividad y el comportamiento de los hombres en sociedad que sigue una línea de acción. Pero ésta no es la única forma de actuación, entendida a través de la praxis. Se pensó que la praxis era nada más aquella que tenía un sentido histórico o que tenía un sentido transformador. Cuando se habla de conductas o de comportamientos repetidos o reiterados se sale de la esfera de la praxis. Es decir la praxis entendida como un contenido mesiánico con un criterio historicista que con un contenido de lo cotidiano; lo cual llevó necesariamente a reflexionar sobre la praxis.

Otro problema que surge, es de cómo entender a los actores ¿Cómo separar a los actores, de individuos de personas, del sujeto? Cuando nos referimos a conjuntos sociales; es decir, los trabajadores como actores sociales del proceso de producción en una sociedad determinada, valdría la pena preguntarse ¿Qué carácter tiene el actor? ¿Cómo es su papel frente a la sociedad? ¿Qué papel cumple en una determinada coyuntura social?. El actor debe tener una competencia para actuar socialmente y además deberá tener flexibilidad para actuar, o como traducen las teorías neoliberales que sea racionalmente capaz de actuar en la lógica de sus propios fines y que busque los medios que le sean competentes para lograrlos. El actor se dimensiona o se sobredimensiona en función de as situaciones y contextos que le tocan vivir.

Es necesario reflexionar sobre si el “acto” y “acción” es lo mismo. Es decir, si la acción no puede generarnos actos que no estaban previstos. Por ejemplo: lo que uno llama “efectos perversos”. Hay toda una corriente que trata de estudiar los actos no intencionados de la acción social que logran tener una fuerza social impresionante. A manera de ejemplo cuando nos inhibimos de participar en algo, estoy participando. Es decir, cuando dejo de votar estoy participando en el juego de la abstención con todos los efectos que se conocen en torno a esta situación. Entonces uno se encuentra conque los actos no intencionados de la acción social son predominantes para definir la acción misma.

Una sociedad define la actuación de sus miembros y les define también metas a sus miembros en parámetros que le sean racionales para el mantenimiento y la reproducción del sistema. Dentro de la misma línea problemática de la acción social y de los actores cabría preguntarse acerca de la motivación de la acción ¿qué motiva la acción? y en un concepto más cercano a la fenomenología: qué es la intencionalidad de la acción.

Cuando se analiza socialmente la intencionalidad de los actores se ve que hay mucha más correspondencia entre la actuación de los actores y la forma cómo esta organizada la sociedad. Esta sociedad define un proyecto que aparentemente son los proyectos de todos, es decir, cuando se establece el sistema normativo de la sociedad, lo está haciendo con la idea de que este sistema normativo sea aceptado por todos; allí la ignorancia no exime el cumplimiento.

Otro gran problema es la relación entre la acción social y la estructura social. (Relación individuo-sociedad). Es decir en qué planos, en qué niveles, qué dimensión se debe colocar la acción que los distintos actores hacen en la vida social: y quién estructura la vida social. Nosotros vivimos en un mundo que ya encontramos organizado, socializado y todo pretende mostrarnos cómo vivir en ese mundo. Las estructuras sociales han sido constituidas por las actividades de los sujetos o de los individuos y que en esa forma de organización de la actividad en estructuras, es decir en formas de prácticas y actividades que ya están dadas o aparecen dadas. Hablando dialécticamente no nos interesa tanto las estructuras sino como se estructuran esas estructuras.

Por lo tanto la dinámica que rige la formación de la vida social y cómo se estructura el mundo de la vida, y cómo la acción social se relacionan con las estructuras, es un problema sumamente importante porque no es un problema directo, no es un problema consecuencial, no es un reflejo como pensaba el “viejo marxismo” es decir, n actuaba como reflejo de una estructura de una sociedad dada.

Otro concepto que vale la pena analizar es el de “mediación social” la acción social y la de todos los que orgánicamente vivimos en una sociedad, nos permite conocer a la sociedad que está estructurada no de una manera inmediata, sino más bien de una manera mediatizada: por eso nuestras respuestas no son uniformes ni son homogéneas, y esa mediatización la hacen unos organismos determinados, o la hacen unos vehículos determinados que actúan como mediador. El gran mediador por ejemplo es el lenguaje: asimismo, los medios de comunicación, la familia las instituciones, etc.

Los medios masivos de información han radicalizado nuestras vidas, su influencia es definitiva en la conformación de las escalas de valores en las estructuras normativas En el mundo moderno no se puede hablar de información, ni de opinión, ni de conformación de valores sin partir de la influencia positiva o negativa de los medios de comunicación (es el gran mediador por excelencia).

Otro problema que afrontar serían los discursos de la acción. La discursividad de la acción nos introduce en las teorías del lenguaje nos problematiza la manera cómo nosotros prefiguramos simbólicamente la acción. En los discursos de la acción cabría anotar varios problemas: la forma cómo se constituyen esos discursos, la cultura es un campo bien importante para entender la forma cómo se arman o se traman los discursos. Otro problema es la competencia del actor en hace inteligible para el otro el significado de su propia acción. Una acción se le pueden dar una gran cantidad de significados que tienen que ver con aspectos culturales, con los valores, etc. En cuanto a los significados del discurso desde la óptica fenomenológica, los autores parten de una tesis sencilla tal y como “toda acción es significativa” la significatividad de mi acción es lo que la hace inteligible para los otros. Entonces quiere decir que la significatividad no es lineal, ni está previamente definida sino que hay que verla dentro de una teoría general de la acción en donde pueden aparecer actos no intencionados, no deseados, o actos no deseados pero reprimidos y ahí tiene que ver con la sociedad, la cultura y muchas maneras de entender.

Recogiendo el pensamiento fenomenológico, hay acciones que están inscritas en el mundo, la vida, son acciones que tienen que ver con el mundo natural, con una actitud natural del actor.

Existen otro tipo de acciones las “acciones con arreglo a fines” y “acciones con arreglo a valores” que son acciones que tienen conductas relacionadas con la política, la religión, la moral, etc.
Asimismo existen las acciones no intencionadas que aparecen como desviaciones de lo que se supone es la actitud normal o natural; y las acciones no están pensadas racionalmente. Si el centro de la actividad de los actores, en donde se define su actitud natural, su actitud ante el mundo, según los fenomenólogos, es la vida cotidiana o el mundo de todos los días, el mundo que está allí. Es el mundo que necesita ser reflexionado, que es evidente por sí mismo.

En la cotidianidad es donde se encuentran los elementos que le dan sentido a la vida, a las vivencias. Construir el mundo de la vida cotidiana es asignarle significados (tipificar el mundo cotidiano). Una primera tipificación es preguntar ¿Quién es otro? con el cual interactúo y establezco mis acciones y le transmito mis significado- ¿Quién es mi semejante? es comprender la significación que el otro le da a mi planteamiento para construir del mundo en donde yo vivo. Sin embargo, la expresividad humana debe ser capaz de objetivarse, o sea manifestarse en productos que estén al alcance y comprensión de otros. Dichas objetivaciones sirven como índices más o menos duraderos de los procesos subjetivos de quienes los producen, lo que permite que su disponibilidad se extienda más allá de la situación “cara a cara” (Berger y Luckman, 1987).

Algunas reflexiones epistemológicas en torno a lo planteado en este trabajo...

Es evidente que la mayoría de nuestras investigaciones han sido inscritas en el marco del paradigma empírico-analítico, haciendo uso de los fundamentos de la racionalidad instrumental como han planteado Habermas y otros autores estudiados; quizás el no insistir en consideraciones de tipo teórico a la hora de estudiar a fondo de los resultados de un trabajo de esta naturaleza ha llevado a que estas reflexiones no se les de la debida connotación. Sin embargo, y para beneficio de la producción de ese conocimiento que tanta falta le hace a nuestro sistema educativo se ha estado gestando y ya están disponible una nueva generación de investigadores que ya tienen en cuenta un rumbo crítico y analítico en torno a las consideraciones de tipo epistemológico necesarios en un proceso investigativo.

Existe en el movimiento investigativo una suerte de empuje de toda esta metodología de carácter social y crítica que ya se está aplicando en los diferentes estudios acometidos.

Por estas razones se hace necesario una toma de consciencia de los investigadores sociales y las entidades que tiene a su cargo la difusión de estas corrientes, el hacer llegar a la masa docente, ávida de conocimiento, pero sin muchas oportunidades de asumirlos por cuanto los currícula actuales de la mayoría de los centros de estudios de postrado parecieran no hacerse partícipes de esta realidad.

Conclusiones: para una reflexión sistémica sobre la investigación científica y una reflexión científica sobre la sistémica

El conocimiento científico es el resultado de la investigación científica, es decir, de una actividad sistemática, controlada, empírica y crítica. Es sistemática y controlada porque implica la existencia de una disciplina constante para hacer investigación científica y que no se dejan los hechos a la casualidad. Es empírica porque se basa en fenómenos observables de la realidad. Es crítica porque juzga constantemente de manera objetiva y elimina los subjetivismos personales y los juicios de valor (Sierra, 1984).

“Un objeto de investigación, por más parcial y parcelario que sea, no puede ser definido y construido sino en función de una problemática teórica que permita someter a un sistemático examen todos los aspectos de la realidad puestos en relación por los problemas que le son planteados” (Bourdieu y otros, 1990: 54), de ahí que se constituya en axioma que la investigación científica parte de un cuerpo de conocimiento científico existente (al que Kuhn llama “ciencia normal”, Bunge “fondo”, y García “marco epistémico”).

Pero el conocimiento no es nunca un estado, sino un proceso influido por las etapas precedentes de desarrollo. Tampoco se trata de un desarro­llo del conocimiento lineal, donde cada etapa reempla­za a la precedente y que conservaría algún vínculo con esta última, pero sin ninguna relación con las primeras. En realidad, el proceso es muy diferente. En efec­to, las etapas del saber no se suceden simplemente en un orden lineal, sino que, por el contrario, cada estadio o período comienza por una reorganización de lo que heredó de los precedentes estadios o períodos (Piaget y García, 1989).
Ahora bien, si toda investigación científica es un proceso causal compuesto por una serie de etapas, las cuales derivan unas de las otras, ¿cuál es este proceso? Antes de iniciar el recorrido del proceso, es necesario dejar manifiesto que no existe una “fórmula” o un procedimiento rígido para la obtención de los conocimientos científicos (Rojas, 1993), la creencia en su existencia es un obstáculo epistemológico. Ninguna metodología y ningún proceso de investigación pueden concebirse de manera lineal o mecánica, tienen que adecuarse heurísticamente[1] a las características del objeto de estudio y a la realidad que se investiga.

La exposición está organizada en nueve secciones que trata las cuestiones epistemológicas, la selección del tema, el planteamiento del problema de investigación, el marco teórico y el planteamiento teórico, las hipótesis y la operacionalización de las variables, la recolección de datos, el análisis de datos, la presentación de los resultados, la síntesis esquemática del proceso de la investigación científica y, por último, presenta cuatro modelos de diseño de investigación.

Este planteamiento no aborda la construcción de técnicas ni instrumentos para la investigación. Para estos aspectos específicos se recomienda, entre otros, algunas excelentes publicaciones como Técnicas de investigación social. Teoría y ejercicios de R. Sierra Bravo (1985), Los métodos de investigación en las ciencias sociales de L. Festinger y D. Katz (1987), Los elementos de la investigación. Cómo reconocerlos, diseñarlos y construirlos de Hugo Cerda (1993), Metodología de la investigación de Roberto Hernández y otros (1995).

CUESTIONES EPISTEMOLÓGICAS

Este apartado pincela el panorama del estado epistemológico contemporáneo en las ciencias sociales, enfatizando de manera especial en la construcción del objeto de estudio, la falsa neutralidad de las técnicas, los obstáculos epistemológicos, la vigilancia epistemológica y los paradigmas contemporáneos. Bourdieu, Bachelard, García, De la Garza, Popper, Kuhn, Gutiérrez y Sierra son los principales contribuyentes en el desarrollo de esta exposición.

La construcción del objeto de estudio

El hallazgo de un trozo de cerámica puede despertar diferente interés en el alfarero, el pintor, el historiador, el antropólogo y el arqueólogo. A partir de este mismo objeto empírico, pueden ser construidos diversos objetos de estudio. Si consideramos con de Saussure (1985) que “el punto de vista crea el objeto”, entonces una ciencia no podría definirse por un sector de lo real que le correspondería como propio, ya Marx señaló que la totalidad concreta, como totalidad del pensamiento, como un concreto del pensamiento es, in fact, un producto del pensamiento y de la concepción (Bourdieu y otros, 1990).

Toda investigación científica se organiza en torno de objetos construidos que no tienen nada en común con aquellas unidades delimitadas por la percepción ingenua. La epistemo­logía empirista concibe las relaciones entre ciencias vecinas, psicología y sociología como conflictos de límites, porque se imagina la división del trabajo como división real de lo real. No será posible construir el objeto de estudio sin abandonar la investigación de esos objetos precons­truidos, hechos sociales demarcados, percibidos y calificados por la sociología espontánea, o “problemas sociales” cuya aspiración a existir como problemas son tanto más grandes cuanto más realidad social tienen.

Un objeto de investigación, por más parcial y parcelario que sea, siempre tiene que ser definido y construido en función de una problemática teórica que permita someter a un sistemático examen todos los aspectos de la realidad puestos en relación por los problemas que le son planteados. Por eso es importante no perder de vista que lo real no tiene nunca la iniciativa puesto que sólo puede responder si se lo interroga. Bachelard y Piaget ya postularon que el vector epistemológico va de lo racional a lo real y no a la inversa.

En esta reflexión resulta interesente la aproximación a los “Conceptos básicos para el estudio de sistemas complejos” de Rolando García. La postura epistemológica obvia de García es construccionista. Afirma que “ningún sistema global está dado en el punto de partida de la investigación. El sistema no está definido, pero es definible. Una definición adecuada sólo puede surgir en cada caso particular en el transcurso de la propia investigación” (García, 1986: 46), esta afirmación anti-empi­rista niega que las características del sistema estén dadas y sean accesibles a la experiencia directa de cualquier “observador neutro”.

Rolando García advierte que anti-empirista no significa anti-empírica. El tipo de ciencia del cual nos ocupamos es empírico. El empirismo es una teoría según la cual hay observables que:

a) Constituyen el punto de partida de todo conocimiento,
b) se dan directamente en la percepción;
c) son “neutros”, es decir, los mismos para todos los individuos y comunes a todas las disciplinas.

La crítica a dicha posición gira en torno a los términos “observables” y “hechos”, que tomadas en sentido literal, las afirmaciones empíricas son insostenibles, porque no existe “observables” asequibles a la “experiencia directa”, no existe una “lectura directa” de la experiencia, porque ésta siempre está cargada de teoría. Como observó Piaget, no hay observables puros; es decir, todo observable supone una previa construc­ción de relaciones por parte del sujeto.

Conocer significa establecer relaciones entre sujeto cognoscente y objeto cognoscible, en una materia prima que provee la experiencia, pero cuya organización depende del sujeto. Lo anterior excluye que el conocimiento de la realidad se genere por observaciones y por generalizaciones inductivas a partir de aquéllas. Esto no significa caer en el apriorismo ni idealismo. Tampoco supone sostener el subjetivismo en ninguna de sus varian­tes, en tanto se considera el conocimiento como un fenómeno social y, por consiguiente, inter-subjetivo.

La posición enunciada conduce a establecer distinciones importantes entre datos, observables y hechos. Los observables son datos de la experiencia (elementos de información) ya interpretados. Los hechos son relaciones entre observables. De ahí resulta que cuando un investigador registra hechos, no es ni puede ser un observador neutro. Sus registros tendrán dos componentes: serán representativos de una “realidad objetiva”, pero corresponderá a sus propios esquemas interpretati­vos.

Este último componente habrá funcionado en tres momentos distintos: a) en la búsqueda y selección de los datos; b) en la interpretación de esos datos, es decir, en aquellos que registre como observables; c) en las relaciones que establezca entre dichos observables, para señalarlos como hechos.

La afirmación según la cual no hay observables puros puede reformularse en los siguientes términos: cuando un investigador se aboca al estudio de un problema, no parte de cero sino que pone en juego un conjunto de teorías o teorizaciones, que constituyen un corpus de conocimiento a partir del cual abordará dicho problema. La identificación y la selección de datos, que proveerá el soporte empírico de su estudio, estarán determinadas por dos elementos: a) cómo define los objetivos de su investigación orientados fundamen­talmente por el tipo de preguntas a las cuales intenta responder el investigador; b) cómo delimita el campo empírico, es decir, aquellos datos de la experiencia que serán privilegiados o puestos prominentemente de relieve por la investigación, en virtud de su relación con el paradigma que sustenta el investigador.

Rolando García denomina marco epistémico al corpus de conocimiento y dominio empírico a la identificación y selección de datos. Las definiciones que adoptan en el marco epistémico y el dominio empírico se adoptan, explícita o implícitamente, en el punto de partida de la investigación y determinan en buena medida su derrotero.
Esta lógica epistémica ayuda a la identificación del papel que desempeñan las teorías con relación a los observables y los hechos. Su función consiste en tornar inteligibles los hechos, organizarlos, jerarquizarlos y explicarlos. Todo ello implica necesariamente establecer relaciones causales entre ellos. Las relaciones causales aparecen, desde esta perspectiva, como una atribución a la realidad empírica, de relaciones expresadas desde el punto de vista de necesidad lógica y de coherencia en el seno de la teoría.

La falsa neutralidad de las técnicas

Bourdieu y otros (1990) han fundamentado que las técnicas de acopio de información no son neutrales. Cada técnica tiene implícita una concepción de la realidad. Durante la construcción de las técnicas es preciso evitar el etnocentrismo metodológico, lingüístico y ético, que podría llevarnos a introducir categorías ficticias, dictadas por nuestra propia terminología y nuestros propios criterios axiológicos, entonces sólo crearíamos artefactos que obstruirían la construcción del objeto científico.

La ilusión positivista que las técnicas son neutrales limita la crítica del trabajo sociológico al examen de sus supuestos ideológicos y al de sus valores, apartándose (por efecto de desplazamiento) del examen crítico del conocimiento sociológico.

La entrevista no dirigida rompe la reciprocidad del diálogo e incita a los sujetos a producir un artefacto verbal, esto se agrava si no hay empatía de los mapas cognitivos, por lo demás desigualmente artificial según la distancia entre la relación con el lenguaje favorecido por su clase social y la relación artificial con el lenguaje que se exige de ellos. Las técnicas de encuestas son también técnicas de sociabilidad socialmen­te calificadas. La observación etnográfica hace notar el carácter ficticio y forzado de la mayor parte de las situaciones sociales creadas por un ejercicio rutinario de la sociología.

Si no hay registro neutral tampoco hay pregunta neutral. El sociólogo que no somete sus propias interroga­ciones a cierta dosis de vigilancia epistemológica, no podría hacer un análisis verdaderamente neutral de las respuestas que provoca. Por ejemplo, la concepción del tiempo y espacio varía entre los campesinos y los urbanitas, entre el creyente del mito y el profano, entre el ágrafo y el no-ágrafo. Entonces una interroga­ción al respecto no puede ser neutral y tener la misma validez para ambas sociedades. Una pregunta que no sea transparente para el que la hace puede oscurecer el objeto que construye.

“Dado que se puede preguntar cualquier cosa a cualquiera y que casi siempre alguien tiene buena voluntad para responder cuando menos algo a cualquier pregunta, aun la más irreal, si quien interroga, carente de una teoría del cuestionario, no se plantea el problema del significado específico de sus preguntas, corre el peligro de encontrar con demasiada facilidad una garantía del realismo de sus preguntas en la realidad de las respuestas” (Bourdieu y otros, 1990: 63).

Hay que evitar el etnocentrismo lingüístico y será posible liberarse de las pre-construcciones del lenguaje más que estable­ciendo la dialéctica que lleva a construcciones adecuadas por la confrontación metódica de dos sistemas de pre-construcciones. Igual vigilancia se debe tener con las conductas y actitudes estudiadas en determinadas coyunturas, las encuestas están expuestas a captar sólo las actitudes u opiniones que no valen más allá de los límites de esta situación. Habrá que remitirse a la historia para descubrir las constantes (sí es que existen) de reacciones a situaciones nuevas.

“El cuestionario, lejos de constituir la forma más neutral y controlada de la elaboración de datos, supone todo un conjunto de exclusiones. Para saber qué se puede hacer con los hechos que produce, hay que saber lo que hace el cuestionario y lo que no puede hacer. Se induce a invertir la relación que ciertos metodólogos establecen entre el cuestionario, simple inventario de palabras, y la observación de tipo etnográfico como inventario sistemático de actos y objetos culturales: el cuestionario no es nada más que uno de los instrumentos de la observación, cuyas ventajas metodológicas, como por ejemplo la capacidad de recoger datos homogéneos igualmente apreciables por un análisis estadístico, no debe disimular sus límites epistemológicos; de manera que no sólo no es la técnica más económica para captar las conductas normalizadas, cuyos procesos rigurosamente ‘determinados’ son altamente previsibles y pueden ser en consecuencia captados en virtud de la observación o la interroga­ción sagaz de algunos informantes, sino que se corre el peligro de desconocer ese aspecto de las conductas, en sus usos más ritualiza­dos, e incluso, por un efecto de desplazamiento, a desvalorizar el proyecto mismo de su captación” (Bourdieu y otros, 1990: 67).

No hay una operación por más elemental y automática que sea de tratamiento de la información que no implique una elección epistemológica e incluso una teoría del objeto. Del mismo modo, el principio de la neutralidad ética paradóji­camente puede incitar al error epistemológico que aspira prevenir. El investigador que se propone ignorar las diferencias de valores que los sujetos sociales establecen entre obras culturales, realiza una transposición ilegítima, en tanto incontrolada, del relativismo al cual se ve obligado el etnólogo cuando considera culturas correspondientes a sociedades diferentes. En consecuencia habrá que evitar el etnocentrismo ético.

La renuncia pura y simple ante el dato de una práctica que reduce el cuerpo de hipótesis a una serie de anticipaciones fragmentarias y pasivas condena a las manipulaciones ciegas de una técnica y genera automáticamente artefactos, construcciones vergonzo­sas que son la caricatura del hecho metódica y conscien­temente construido, es decir, de modo científico.

Olvidar que el hecho construido puede no ser otra cosa que un artefacto, es admitir la posibilidad de aplicar las técnicas a la realidad del objeto al que se las aplica. No es sorprenden­te que los que sostienen que un objeto que no se puede captar ni medir por las técnicas disponibles no tiene existencia científi­ca, se vean llevados, en su práctica, a no considerar como digno de ser conocido más que lo que puede ser medido, o peor, a conceder sólo la existencia científica a todo lo que es pasible de ser medido.

Los obstáculos epistemológicos

Bachelard ha postulado que “cuando se investigan las condiciones psicológicas del proceso de la ciencia, se llega muy pronto a la convicción de que hay que plantear el problema del conocimiento científico en términos de obstáculo” (1990: 15). Los obstáculos epistemológicos son todos los elementos o procesos extra-científicos que, interviniendo en el interior de una práctica científica, frenan, impiden o desnaturalizan la producción de conocimientos (Castells y de Ipola, 1983). El conocimiento científico nuevo avanza en contra de un conocimiento anterior, destruyendo conoci­mientos mal adquiridos, superando aquellos que obstaculizan a la espiritualización.

En la formación del espíritu científico, el primer obstáculo es la experiencia básica, es la experiencia colocada por delante y por encima de la crítica, que, ésta sí, es necesariamente un elemento integrante del espíritu científico. El espíritu científico debe formarse en contra de la Naturaleza, en contra de lo que es, dentro y fuera de nosotros, impulso y enseñanza de la Naturaleza, en contra del entusiasmo natural. El espíritu pre-científico quiere siempre que el producto natural sea más rico que el producto artificial.

El conocimiento común es inconscien­cia de sí. Pero esta inconsciencia puede captar también pensamien­tos científicos. Hay que reanimar entonces la crítica y poner al conocimiento nuevamente en contacto con las condiciones que le dieron nacimiento, volver sin cesar a este “estado naciente” que es el estado de vigor psíquico, al instante mismo en que la respuesta ha surgido del problema. Para que se pueda hablar verdaderamente de racionalización de la experiencia, no es suficiente que se encuentre una razón para un hecho. La razón es una actividad psicológica esencialmente sistémica: ella quiere invertir los problemas, variarlos, injertar unos en otros, hacerlos proliferar. Una experiencia, para ser verdaderamente racionalizada, debe insertarse en un juego de razones múltiples. Esto es, de naturaleza compleja e interacciones de sus componentes.

En el conocimiento vulgar, los hechos se implican demasiado pronto en razones. Del hecho a la idea, el circuito es demasiado corto. Para que un hecho sea definido y precisado, es necesario un mínimo de interpretación. Y si esta interpretación corresponde a un error fundamental, ¿qué queda del hecho? “Nada ha retardado más el progreso del conocimiento científico que la falsa doctrina de lo general que ha reinado desde Aristóteles hasta Bacon inclusive, y que aún permanece, para tantos espíritus, como una doctrina fundamental del saber. [...] Hay en efecto un goce intelectual peligroso en una generalización precoz y fácil. Un psicoanálisis del conocimiento objetivo debe examinar cuidadosamente todas las seducciones de la facilidad. Es con esta condición que se llegará a una teoría de la abstracción científica verdaderamente sana, verdaderamente dinámica” (Bachelard, 1990: 66).
Por ejemplo hay que tener cuidado de las generalidades inadecuadas, se describe la caída de los cuerpos y se concluye: “todos los cuerpos caen”. Sin embargo, Aristóteles enseñó que los cuerpos livianos, humos y vapores, fuego y llama, encontraban en el empíreo su lugar natural, mientras que los graves buscaban natural­mente la tierra.

Habría que someter los conceptos primitivos a un proceso de deformación o de-construcción y estudiar las condiciones de su aplicación en el sentido mismo del concepto. Es en esta última necesidad donde reside el carácter dominante del nuevo racionalismo que corresponde a una sólida unión entre la experiencia y la razón. El concepto científico que corresponde a un fenómeno particular es el agrupamiento de las aproximaciones sucesivas bien ordenadas. La conceptualización científica necesita una serie de conceptos en vías de perfeccionamiento para recibir el dinamismo que tenemos en vista, para formar un eje de pensamientos inventivos. Esta conceptualización totaliza y actualiza la historia del concepto.

Los hábitos puramente verbales son obstáculos del pensamiento científico. La simple palabra esponja permite expresar los fenómenos más variados. “Esos fenómenos se expresan: se cree entonces explicarlos. Se les reconoce: se cree entonces conocerlos. Sin embargo, en los fenómenos designados por la palabra esponja, el espíritu no es la víctima de una potencia sustancial. La función de la esponja es de una evidencia tan clara y distinta que ni se siente la necesidad de explicarla. Al explicar los fenómenos mediante la palabra esponja, se tendrá pues la impresión de caer en un substan­cia­lismo oscuro; tampoco se tendrá la impresión de que se está haciendo teorías puesto que aquella función es totalmente experimen­tal” (Bachelard, 1990: 88).

Réaumur considera el aire como esponja, y mucho más esponjosa que todos los demás cuerpos o reunión de cuerpos con los que se pueda comparar. Se comprime, puede ser enrarecido. Así esta metáfora se aparta de la verdad. Ahí hay una apariencia engañosa. No es tan fácil desterrar a las metáforas en el exclusivo reino de las expresiones. Quiérase o no, las metáforas seducen a la razón. Son imágenes particulares y lejanas que insensiblemente se convierten en esquemas generales. Un psicoanálisis del conocimiento objetivo debe pues aplicarse a decolorar, sino a borrar, estas imágenes ingenuas. En la mentalidad científica la analogía desempeña su papel después de la teoría. En la mentalidad pre-cientí­fica lo hace antes.

El conocimiento unitario pragmático es otro obstáculo para el conocimiento científico. Sin duda, todo autor está animado por el deseo de valorizar el tema que ha elegido. Quiere mostrar, desde su prefacio, que tienen un tema. Pero los actuales procedimientos de valorización son más discretos; están íntimamente vincula­dos con el contenido de la obra.

Para el espíritu pre-científico la unidad es un principio siempre deseado, siempre realizado con poco esfuerzo. No hace falta más que una mayúscula. No se puede concebir que la experiencia se contradiga y tampoco que se separe en compartimientos. Lo que es verdad para lo grande debe ser verdadero para lo pequeño e inversamente. Frente a la menor dualidad se sospecha un error. Esta exigencia de unidad plantea una cantidad de falsos problemas. Las analogías de Paracelso entre los astros y los metales, entre los metales y las partes del cuerpo, establecen una especie de triángulo universal que une el Cielo, la Tierra y el Hombre, y genera correspondencias donde las fantasías pre-cientí­ficas se transponen sin fin. Esta trilogía es tan convincente que se llega hasta confiar en ellas para el tratamiento de las enferme­dades. Obviamente, tales analogías no favorecen ninguna investigación científica, al contrario, ellas conducen a fugas del pensamiento.

El obstáculo substancialista se compone de la reunión de las intuiciones más alejadas y hasta las más opuestas. El espíritu pre-científico centra sobre un objeto todos los conocimientos en los que ese objeto desempeñe un papel, sin preocuparse por las jerarquías de los papeles empíricos. Une directamente a la sustancia las distintas cualidades, y sean estas profundas o superficiales, manifiestas u ocultas. Podría, sin embargo, distinguirse un substancialismo de lo oculto, un substancialismo de lo íntimo, un substancialismo de la cualidad evidente. Pero, una vez más, tales distinciones conducirán a olvidar el carácter vago e infinitamente tolerante de la substancialización; conducirán a descuidar ese movimiento epistemológico que va alternativamente del interior al exterior de las sustancias, prevaliéndose de la experiencia exterior evidente, pero alojando la crítica en las profundidades de la intimidad.
La idea substancialista es ilustrada frecuentemente mediante una simple presentación. Es necesario que algo encierre, que la cualidad profunda sea encerrada. Para el espíritu pre-científico, la sustancia tiene un interior, o mejor aún, la sustancia es un interior. La substancialización de una cualidad inmediata, captada en una intuición directa, da lugar a una explicación breve, perentoria y carece del rodeo teórico que obliga el espíritu científi­co a criticar a la sensación. En efecto, para el espíritu científi­co, todo fenómeno es un momento del pensamiento teórico, un estadio en el pensamiento discursivo, un resultado preparado.

La substancialización lleva por ejemplo a considerar que los cuerpos livianos se adhieren a un cuerpo electrizado, he ahí una imagen inmediata de ciertas atracciones. De esta imagen aislada, que no representa sino un momento del fenómeno total o que debiera ubicarse en una descripción correcta sin fijar bien su lugar, el espíritu pre-científico hará un medio absoluto de explica­ción, y, por tanto, inmediato. Dicho de otro modo, el fenómeno inmediato será tomado como el signo de una propiedad sustancial: enseguida toda investigación científica será detenida, porque la respuesta substancialista sofoca todas las preguntas, se emprende un mal camino donde los falsos problemas auscultarán experiencias sin valor, cuyo resultado negativo carecerá hasta de papel advertidor.

En el espíritu pre-científico, la necesidad de sustanciar las cualidades es tan grande que cualidades puramente metafóricas pueden llegar a ser planteadas como esenciales. Es así que Borhaave no titubea en atribuir al agua, como cualidad primaria, la suavidad; en contraste, para Pott, no es la suavidad, sino la dureza, la cualidad esencial del agua.

Otro síntoma de la seducción sustancialista­ es la acumulación de adjetivos para un mismo sustantivo. En cambio el progreso del pensamiento consiste en disminuir el número de adjetivos que convienen a un sustantivo. Para el pensamiento pre-científico, el aguardiente de ginebra tiene 17 propiedades farmacéuticas, en cambio la ciencia farmacéutica moderna ve, en la sustancia, una cualidad y una sola: El ideal es el remedio monofuncional, el sustantivo provisto de un solo adjetivo. Vale decir que, mediante la sustancia, se tiende a realizar un atributo bien definido.

Así como los obstáculos descritos hasta aquí, la libido, los conocimientos cuantitativos, el mito de la digestión y otros también se comportan como causas de estancamiento y hasta de retroceso del conocimiento científico, en consecuencia, debemos inducir a que durante el proceso de construcción de conocimientos científicos se debe aplicar constantemente una buena dosis de vigilancia epistemológica.

La vigilancia epistemológica

La vigilancia epistemológica ha sido reflexionada por Bourdieu y otros (1990), cuyos postulados centrales exponemos. El método no puede ser disociado de la práctica. No existe el método por el método. La enseñanza de la investigación requiere, de quienes la conciben y de los que la reciben, una referencia directa y constante a la experiencia en primera persona de la práctica. Se debe inducir una constante vigilancia epistemológica en la práctica investigativa que permita ubicar el error y los mecanismos que tiendan a superarlo.

La epistemolo­gía se esfuerza por captar la lógica del error para construir la lógica del descubri­miento de la verdad como debate contra el error y como esfuerzo para someter las verdades próximas a la ciencia y los métodos que utiliza a una rectificación metódica y permanente. El investigador puede encontrar un instrumento privilegiado de vigilancia epistemo­lógica en la sociología del conocimiento, como medio para enriquecer y precisar el conocimiento del error y de las condiciones que lo hacen posible.

Bourdieu y otros (1990) reflexionan sobre toda práctica, buena o mala, y de concretar en preceptos prácticos el principio de vigilancia epistemológica. Luego intenta la definición de la función y las condiciones de aplicación de los esquemas teóricos para la construcción del objeto de estudio. Los conceptos y los métodos podrán ser utilizados como instrumentos que se abren a nuevos usos.

Sus reflexiones los llevan a proponer que el problema de la filiación de una investigación sociológica a una teoría particular acerca de lo social, la de Marx, la de Weber o la de Durkheim por ejemplo, es siempre secundario respecto del problema de la pertenencia de esta investigación a la ciencia sociológica: el único criterio de esta pertenencia reside en la aplicación de los principios fundamentales de la teoría del conocimiento sociológico que de ningún modo separa a autores a los que todo aleja en el plano de la Teoría del Sistema Social. Aunque la mayoría de ellos han llegado a confundir su teoría particular del sistema social con la teoría del conocimiento de lo social que abrazaban, por lo menos implícitamen­te en su práctica sociológica, el proyecto epistemológico puede permitirse esta distinción preliminar para vincular autores cuyas oposiciones doctrinarias ocultan el acuerdo epistemológico.

A la tentación de transformar los preceptos del método en recetas de cocina científica o en objetos de laborato­rio, sólo puede oponérsele un ejercicio constante de la vigilancia epistemológica que proscriba la comodidad de una aplicación automática de procedimientos probados y señale que toda operación debe repensarse a sí misma y en función del caso particular.

Hay necesidad de desarrollar los medios para adquirir una disposición mental que sea condición de la invención y de la prueba. “Si va de suyo que los automatismos adquiridos posibilitan la economía de una invención permanente, hay que cuidarse de la creencia de que el sujeto de la creación científica es un automaton spirituale que obedece a los organizados mecanismos de una programa­ción metodológica constituida de una vez para siempre, y, por tanto, encerrar al investigador en los límites de una ciega sumisión a un programa que excluye la reflexión sobre el programa, reflexión que es condición de invención de nuevos programas” (Bourdieu y otros, 1990: 18).

La mayoría de los errores a los que se exponen la práctica sociológica y la reflexión sobre la misma radica en una represen­tación falsa de la epistemología de las ciencias de la naturaleza y de la relación que mantiene con la epistemología de las ciencias del hombre. El dualismo de Dilthey piensa la especificidad del método de las ciencias del hombre oponiéndole una imagen de las ciencias de la naturaleza originada en la mera preocupación por diferenciar. El positivismo está preocupado por imitar una imagen de la ciencia natural fabricada según las necesidades de esta imitación. Ambos ignoran la filosofía exacta de las ciencias exactas. El carácter subjetivo de los hechos sociales y su irreductibilidad a los métodos rigurosos de la ciencia conforma una constante en la historia de las ideas que la crítica del positivismo mecanicista sólo reafirma. Durkheim refutaba: “la sociología nació a la sombra de las ciencias de la naturaleza y en contacto íntimo con ellas [...]. Es natural que algunos de los primeros sociólogos se equivoca­ran al exagerar este acercamiento hasta el punto de desconocer el origen de las ciencias sociales y la autonomía que deben disfrutar respecto de las otras ciencias que las han precedido. Pero esta exageración no debe hacer olvidar toda fecundidad de los orígenes más importantes del pensamiento científico” (citado por Bourdieu y otros, 1990: 20).

Para superar las discusiones académicas y las formas académi­cas de superarlas, es necesario someter la práctica científica a una reflexión que, a diferencia de la filosofía clásica del conocimien­to, se aplique no a la ciencia hecha, sino a la ciencia que se está haciendo. Tal tarea epistemológica consiste en descubrir en la práctica científica, amenazada por el error, las condiciones en las cuales se puede discernir lo verdadero de lo falso, de un conocimiento menos verdadero a otro más verdadero, a un saber aproximado o rectificado.

El conocer –postula Bachelard- debe evolucionar junto con lo conocido. Lo que equivale a afirmar que es inútil buscar una lógica anterior y exterior a la historia de la ciencia que se está haciendo. Para captar los procedimientos de la investigación es necesario analizar como operan en lugar de encerrarla en la observancia de un decálogo de procedi­mientos que quizá no deban parecer adelantados respecto de la práctica real sino por el hecho de que son definidos por adelanta­do.

La fascinación por el hecho de que en matemáticas evitar el error es cuestión de técnica, se pretende definir la verdad como el producto de una actividad intelectual que responde a ciertas normas. La exhortación insistente por una perfec­ción metodológica puede provocar un desplazamiento de la vigilancia epistemológica. El ritual de procedimien­tos es la caricatura del rigor metodológico y es opuesto a la vigilancia epistemológica. Bachelard ha establecido que el hecho científico se conquis­ta, se construye y se comprueba. Lo anterior implica rechazar al empirismo que reduce el acto científico a una comprobación y el convencionalismo que sólo le opone los preámbulos de la construc­ción. La comunidad sociológica persiste en olvidar hoy la jerarquía epistemológica de los actos científicos que subordina la comprobación a la construcción y la construcción a la ruptura. Bourdieu comenta sobre los tres grados de la vigilancia de Bachelard:
· El primero, como espera de lo esperado o aun como atención a lo inesperado, es una actitud del espíritu empirista.
· Segundo, supone la explicitación de los métodos y la vigilancia metódica indispensable para la aplicación metódica de los métodos; en este nivel se implanta el control mutuo del racionalismo y el empirismo mediante el ejercicio de un racionalismo aplicado que es la condición de la explicitación de las relaciones adecuadas entre la teoría y la experiencia.
· Tercero, aparece la interrogación propiamente epistemológica, la única capaz de romper con el “absoluto del método” como sistema de las “censuras de la Razón”, y con los falsos absolutos de la cultura tradicional que puede seguir actuando en la vigilancia del segundo grado.

La libertad, tanto respecto de la cultura tradicional como de la historia empírica de las ciencias, obtenida por esta “crítica aguda”, conduce a un “pragmatismo sobre-naturalizante” que busca en una historia recompuesta de los métodos y las teorías un medio para superar los métodos y las teorías. Así, la sociología del conocimiento y de la cultura y la sociología de la enseñanza de las ciencias, es un instrumento casi indispensable de la vigilancia del tercer grado.

Es de considerar también la propuesta de Ganguilehm (ver Bourdieu y otros, 1990) con relación a los siguientes axiomas:

a) Principio teórico del error: La verdad sólo tiene pleno sentido al cabo de un debate. No podría haber aquí una verdad primera. Sólo hay errores primeros. Una verdad sobre un fondo de error, tal es la forma del pensamiento científico.
b) Depreciación especulativa de la intuición: Las intuiciones son muy útiles: sirven para ser destruidas. Este axioma se convierte en norma de confirmación según dos fórmulas: en toda circunstancia, lo inmediato debe dar lugar a lo construido, y todo dato debe ser reencontrado con un resultado.
c) Planteamiento del objeto como perspectiva de las ideas: Comprendemos lo real en la misma medida en que la necesidad se organiza. Nuestro pensamiento va hacia lo real, no parte de éste.


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ANEXO:

“Una visión Sistémica de la Investigación Científica”

EL PLANTEAMIENTO TEÓRICO

La apertura de las fronteras disciplinarias

El marco teórico, si actúa con rigidez en el proceso de investigación, puede comportarse como un factor limitante en el desarrollo del conocimiento; en consecuencia, tal vez resulte conveniente trabajar con un planteamiento teórico que de apertura a la construcción de objetos de estudio no sólo desde el punto de vista disciplinario, sino también interdisciplinario, multidisciplinario y transdisciplinario (ver Haidar, 1998).

«Lo disciplinario implica que la disciplina se constituye desde problemáticas específicas, a las cuales contesta con desarrollos teóricos, premisas y modelos diversos y procurando establecer límites con las otras. Lo multidisciplinario se constituye con la integración de investigadores de varias disciplinas en torno a un proyecto. Lo interdisciplinario se genera cuando el mismo objeto de estudio se constituye desde varias disciplinas. Lo transdisciplinario, cuando una disciplina cruza la reflexión teórica de varias disciplinas...» (Haidar, 1998: 118). La investigación interdisciplinaria se produce en dos niveles, en primer grado, cuando se articulan dos disciplinas y, en segundo grado, cuando son más de dos disciplinas y el objeto de estudio es más complejo (Haidar, 1998).

Immanuel Wallerstein (1997), a propósito de las fronteras disciplinarias, escribió: “ser histórico no es propiedad exclusiva de las personas llamadas historiadores, es una obligación de todos los científicos sociales. Ser sociólogo no es propiedad exclusiva de ciertas personas llamadas sociólogos sino una obligación de todos los científicos sociales. Los problemas económicos no son propiedad exclusiva de los economistas, las cuestiones económicas son centrales para cualquier análisis científico-social y tampoco es absolutamente seguro que los historiadores profesionales necesariamente sepan más sobre las explicaciones históricas, ni los sociólogos sepan más sobre los problemas sociales, ni los economistas más que otros científicos sociales activos. En suma, no creemos que existan monopolios de la sabiduría ni zonas de conocimiento reservadas a las personas con determinado título universitario” (1997: 106).

Por quienes tomaron conciencia de lo anterior, están siendo superadas las estructuras disciplinarias que han cubierto a sus miembros con una reja protectora, y ahora se alienta a cruzar las fronteras. Los prerrequisitos disciplinarios se están descomponiendo en algunos espacios académicos. En este sentido, por ejemplo, la categoría “valor social” puede ser abordada desde la axiología, la antropología, la sociología, semiótica, lo que da lugar un estudio reflexivo, crítico y creativo, hasta “reelaborar” una definición operativa aplicable a la construcción de un determinado objeto de estudio (Taipe, 2000a). Del mismo modo, en el análisis de la cultura ya no hay fronteras rígidas entre la filosofía, la antropología, la semiótica, la sociología, la pedagogía y la literatura (Arriarán, 1999).

Los estudios macro, como los de una cuenca, demandan la intervención de equipos multidisciplinarios. Lo que está claro para nosotros es que la división tripartita entre ciencias naturales, ciencias sociales y humanidades ya no es tan evidente como otrora parecía. Además, ahora parece que las ciencias sociales ya no son un pariente pobre, de alguna manera desgarrada entre las dos clases polarizadas de las ciencias naturales y las humanidades: más bien han pasado a ser el sitio de su potencial reconciliación. Por último, la transdisciplinariedad es ilustrada por el ejemplo siguiente: cuando se conjuntó la historia con la biología dio origen al evolucionismo.

El abordamiento del cuerpo de conocimiento existente

El planteamiento teórico es construido también sobre la base de un estudio meticuloso del cuerpo de conocimiento existente (llamado también, por otros estudiosos, “fondo” o “marco epistémico”), aplicando en todo instante una buena dosis de vigilancia epistemológica y duda científica, identificando las coincidencias, aproximaciones o distanciamientos teórico-metodológicos entre diversas escuelas y autores, asumiendo una posición con respecto a dichos marcos epistémicos.
DESDE EL ENFOQUE SISTÉMICO: “LA SISTÉMICA”

¿Que es la sistémica?

Considerar que la realidad está formada por sistemas y subsistemas, no es ni más ni menos que una forma de ver esa realidad a la que nos invita la Ciencia de los Sistemas o Sistémica. La realidad no entiende de esas cosas, tiene una forma natural de organizarse a la que nosotros, para comprenderla, decimos que se constituye en sistemas. Un sistema no es más que una parte de la realidad que se puede delimitar y que tiene características propias de funcionamiento interno.

Sistémica es la ciencia (como principio de abordamiento científico) que estudia, en su complejidad, todos los elementos de un sistema y sus interrelaciones, construye modelos y simula con ellos, permitiendo tomar las decisiones óptimas para mejorar los escenarios futuros del sistema real. Para ello se vale en primer lugar de un equipo multidisciplinar de analistas sistémicos y en segundo lugar toma como herra­mientas las de distintas ciencias y entre ellas la Investigación Operativa.

Al experto en Enfoque Sistémico se le denomina Sistémico, lo que implica pasar de especialista a generalista a través del conocimiento de la Sistémica. Se dice que el todo es más que la suma de sus partes. Esto simplemente quiere decir que de la integración de elementos en un sistema surgen propiedades nuevas. La palabra “sistema” tiene principalmente dos acepciones, como medio o manera usados para hacer una cosa, y como conjunto que contribuye a determinado objeto.

Son ejemplos de sistemas a los que nos referimos, el sistema solar, sistema métrico decimal, sistema experto, sistema operativo, sistema nervioso, etc. Llevamos a cabo el análisis de los sistemas y construimos modelos de los mismos para aproximarnos a su comprensión. Rápidamente nos damos cuenta de una regla general que nos dice que todo sistema contiene subsistemas y que a su vez, el sistema principal estudiado es subsistema de otro. Por tanto, lo primero que debe hacerse es decidir qué sistema va a estudiarse y delimitar claramente cual es su frontera. Después detectaremos qué subsistemas contiene (los más importantes, los determinantes), para posteriormente hallar los elementos del sistema que poseen estas mismas características; luego veremos cuales son las relaciones internas de estos elementos (variables que generan e influyen).

Si consideramos las variables endógenas (las que se producen en el interior del propio sistema), no es menos importante tener en cuenta las exógenas (las de los sistemas colindantes) y que de una u otra forma se introducen en el sistema estudiado e influyen. Tradicionalmente ha habido más preocupación por detectar las variables endógenas, simplemente porque se consideraba que podíamos influir sobre estas y nada o poco sobre las exógenas. En ocasiones, al proceder al análisis de un sistema, nos sumergimos demasiado en el mismo y nos olvidamos de otra regla fundamental de los mecanismos de los sistemas, y es la importantísima influencia entre sistemas colindantes.
A veces se produce el solapamiento entre sistemas yuxtapuestos. Este solapamiento no tiene porqué ser simplemente físico (cuando es difícil de delimitar la frontera), sino que puede ocurrir a través de variables intangibles que surgiendo de estos sistemas yuxtapuestos (de ambos o de uno hacia el otro), acaban influyendo de manera determinante al sistema próximo. Este fenómeno suele producirse principalmente en sistemas vivos, en los que la característica de estar más o menos abiertos es muy importante, y a la que habría que añadir la dinamicidad implícita en los mismos.

Como los seres vivos, los sistemas nacen, crecen se reproducen y mueren. Debido a patologías o peculiaridades propias, algunos sistemas no llegan a crecer ni a reproducirse, y mientras unos mueren nada más nacer otros parece que son eternos.

Metodología sistémica

Es el relativo a la consideración del conocimiento, desarrollo, la aplicación, el estudio del método o métodos mediante los cuales abordar los problemas en los que la presencia de sistemas es dominante. En realidad, la metodología sistémica pretende aportar instrumentos con los que estudiar aquellos problemas que resultan de las interacciones que se producen en el seno de un sistema, y no de disfunciones de las partes consideradas aisladamente. El análisis de un sistema consiste en su disección, al menos conceptual, para establecer las partes que lo forman. Sin embargo, el mero análisis de un sistema no es suficiente; no basta con saber cuáles son sus partes. Para comprender su comportamiento necesitamos saber cómo se integran; cuáles son los mecanismos mediante los que se produce su coordinación. Necesitamos saber cómo se produce la síntesis de las partes en el sistema.

Por ello, en el estudio de un sistema, tan importante es el análisis como la síntesis. El énfasis en la síntesis distingue la metodología sistémica de las metodologías científicas más clásicas de análisis de la realidad, en las que se tiende a sobrevalorar los aspectos analíticos por oposición a los sintéticos, mientras que en la metodología sistémica se adopta una posición más equilibrada. Tan importante es el análisis, que nos permite conocer las partes de un sistema, como la síntesis, mediante la cual estudiamos cómo se produce la integración de esas partes en el sistema.

El especialista en sistemas, al que se conoce también como sistémico, al estudiar un cierto aspecto de la realidad analiza cuáles son los distintos elementos que lo forman, al tiempo que trata de especificar cómo se produce la integración de esos elementos en la unidad del problema que está analizando. Por tanto, para él, tanta importancia tiene el todo —el propio sistema— como las partes, y al considerar al sistema como una unidad lo hará sin perder de vista las partes que lo forman, pero al considerar las partes, no perderá de vista que son eso, partes de un todo.

La metodología sistémica suministra también un lenguaje que aporta nuevas formas de ver los problemas complejos. Las herramientas que aporta la dinámica de sistemas -desde los diagramas de influencias hasta los modelos informáticos- nos van a permitir ver los sistemas que pueblan nuestro entorno mediante una óptica diferente que nos descubrirá aspectos en los que posiblemente no hayamos reparado y que, de este modo, nos permite alcanzar una visión más rica de la realidad.


Trabajo planteado por:

Eugenio González Aquino
investig@der.una.py

[1] Se denomina heurística a la capacidad de un sistema para realizar de forma inmediata innovaciones positivas para sus fines. La capacidad heurística es un rasgo característico de los humanos, desde cuyo punto de vista puede describirse como el arte y la ciencia del descubrimiento y de la invención o de resolver problemas mediante la creatividad y el pensamiento lateral o pensamiento divergente.
La etimología de heurística es la misma que la de la palabra eureka, cuya exclamación se atribuye a Arquímedes en un episodio tan famoso como apócrifo. La palabra heurística aparece en más de una categoría gramatical. Cuando se usa como sustantivo, identifica el arte o la ciencia del descubrimiento, una disciplina susceptible de ser investigada formalmente. Cuando aparece como adjetivo, se refiere a cosas más concretas, como estrategias heurísticas, reglas heurísticas o silogismos y conclusiones heurísticas. Claro está que estos dos usos están íntimamente relacionados ya que la heurística usualmente propone estrategias heurísticas que guían el descubrimiento.

1 comentario:

diego portilla miranda dijo...

Hola, en está página http://www.monografias.com/trabajos4/epistemologia/epistemologia.shtml aparedce un trabajo identidco al que publican aquí pero con otro nombre. El trabajo que ustedes han posteado ha sido puiblicado ne alguna revista?